19541216

 

Wellesley, 16 de diciembre de 1954

 

Queridos hijos:

Os he enviado —¿los habéis recibido ya?— setenta dólares, que serán distribuidos entre los cuatro Gilman del modo que Mr. and Mrs. Gilman juzguen oportuno. (Me imagino que el regalo o los regalos de cada nieto costará o costarán de 10 a 12 dólares por lo menos).

Tengo muchas cosas de qué hablaros. Estos días han venido tan llenos que hasta hoy no he encontrado el momento de contaros el fin de mi aventura. Estuve el jueves en New Haven; Peyre, tan verdaderamente bueno y generoso, me animó a no renunciar a ese premio gordo de la Lotería Universitaria. El viernes vi a la Presidenta, Miss Clapp. Muy fina, me escuchó y me entendió muy bien. El efecto de la carta de… [sic] Pero se me ha olvidado empezar por el principio. El miércoles anterior recibí la invitación del Comité. ¡Carta épica! Escrita por MacLeish en los términos más afirmativos y elogiosos. El Comité de las Norton Lectures me proponía unánime y entusiastamente. Seis conferencias. 17.000 dólares. La obligación de publicar el libro. La posibilidad de dar un curso o un seminario en Harvard: Wilder lo dio, Stravinsky no lo dio. Hindemith lo dio… El efecto de la carta fue extraordinario. Miss Coe me escribió: “I am proud to know you”. (¡Gracias a MacLeish!). Sigo adelante. Tras la visita de la Presidenta, fui a ver a MacLeish el sábado. Muy “sweet”, muy caballero —y a la vez, político. Me pidió Cántico. Me regaló Songs for Eve, su último libro con una dedicatoria: “… with profound respect and admiration…”. Pues bien, mi razonamiento se resumió así. Me cuesta mucho trabajo renunciar a esta única “opportunity”, y no solo para mí, sino para la poesía española, para España. Pero esta invitación no me conviene en mis actuales circunstancias. Habría dado las conferencias en inglés —traducidas por mi yerno y mi hijo de mi texto español. Pero lo importante no es el acto de la conferencia sino el libro. Libro que me habría exigido dar “my best” no solo por la solemnidad de la ocasión sino porque nada hay para mí más grave que escribir un libro. Este me habría interesado mucho. Y me habría pedido dos o tres años, por lo menos, de trabajo, antes y después de las conferencias. Yo no sé hacer las cosas a medias. Habría tenido, pues, que interrumpir más o menos completamente el otro libro, Clamor, el que está ahora en plena marcha. Dato importante: voy a tener 62 años. Como dijo la Presidenta: “For my soul” es más esencial mi libro de poesía. Pero… “¿podría volver a ser invitado otra vez? No quisiera renunciar definitivamente…” .Y MacLeish me dijo —él es el presidente del Comité— que sí había esta posibilidad, sin que ello implicase materialmente promesa. Yo expuse mi criterio con el temor de que pareciera ridículo. El efecto fue contrario. MacLeish me repitió: “Wonderful! Wonderful!” Y también: “We are proud of you” o cosa así. Final de la entrevista: MacLeish es presidente de la American Academy. Cada cinco años se concede un premio a un poeta extranjero. El premio anterior fue para St. John Perse. El próximo, —en el próximo mayo— me serán otorgados a mí. 1.000 dólares. MacLeish añadió riendo —y por excepción, en francés: C’est déjà quelque chose! Por supuesto, es un secreto, estilo americano. Yo no se lo he comunicado —secretamente— más que a la Presidenta. Y ahora a vosotros. Porque volví a ver a Miss Clapp ayer. Le dije: ¡Soy… como Wilkie, candidato a la Presidencia! La carta ya ha producido sus consecuencias morales… Y nada más. Os lo aseguro: si hubiera tenido que dar las conferencias en español, habría tomado la misma decisión. No, no puedo dar todo mi esfuerzo a otro libro. Teresa me dice en su carta: “Tú te escribes unas conferencias maravillosas…”. ¡Qué rica! Eso demuestra la confianza que en mí tienen mis hijos. Sí, pero yo sé lo que me habrían exigido unas conferencias, si no maravillosas, dignas. Por otra parte, no he vacilado un solo instante, y lo he pensado largamente. Así de acuerdo conmigo mismo, estoy seguro de que tu madre, Teresa, habría aprobado mi conducta. Y ¡quién sabe! Espero que esta invitación me vuelva, tras la primera edición de Clamor. Clamor, que ya cuenta con más de cinco mil versos. La primera edición contendrá dos tercios de la obra. Este año que ahora termina es, me parece, el año que más he escrito. Contaré los versos, deben de ser más de dos mil. Hay que aprovechar esta buena racha…

Escribiré muy pronto. Y a los niños. Claudie. Me parece buena idea que viniese él. Se lo he consultado a Llorens. ¿Y por qué no a Princeton? No os digo: M… Ch…[sic] todavía os escribiré muy pronto.

Abrazos, besos.

Vuestro,

 

Jorge