19610507
Venecia, domingo, 7 de mayo de 1961
Queridos todos:
Vine a Venecia el jueves pasado. Me alojo en la Pensión Seguso —donde estuve el año 55. Cada vez que se vuelve a esta ciudad, Venecia vuelve a ser extraordinaria. Di una conferencia —“Bécquer”— en español ante un público de estudiantes y algunas personas más: Diego Valeri, Campagnolo, etc. Meregalli —correcto y tal vez tímido— me presentó como “buena persona”. Bueno. Comí en casa de Meregalli con el grupo español. Hablé mucho, me cansé, dormí, tomé mi “capuchino” y continuó la sesión con Campagnolo —el de la Société Européenne de Culture. Cenamos en la Trattoria Madonna invitados por Meregalli, unos cuantos profesores, entre ellos Valeri con Nini Oreffice —que vino de Padua para verme. Sábado: presencié la llegada de la reina de Inglaterra y de su esposo desde los balcones de la Biblioteca Marciana (estupenda biblioteca) Piazza San Marcos. Guapa, y elegante, la reina. A todo esto, me acompaña y me guía por este laberinto la fidelísima Bruna. Comí con Aldo Camerino y su mujer. Es el crítico del Gazzettino de Venecia. A las seis leí la conferencia, la de Alonso Quijano, en la preciosa Fondazione Cini, de San Giorgio. Gente distinguida; elogiaron mi “italiano”, pobre de mí… El Conde Cini, gran señor, riquísimo, gran hombre de negocios, me ha invitado a comer hoy. Después, invitados por el profesor Branca, de la Fondazione Cini, cenamos en la Columba: luego regresamos a San Giorgio, y presenciamos una estupenda sesión de fuegos artificiales en honor de la reina. Mañana y noche —reina y fuegos— sentí no tener conmigo a mis nietas. Me trajeron a la Pensión —¡y no en taxi! — dormí, hice un poemita sobre los fuegos, he desayunado, voy a escribir a Claudie; vendrá Bruna, iremos a la academia. Luego, Cini: el tren, a las cinco. Os lo he contado todo. Besos, abrazos.
Jorge.