19580922

 

Venecia, 22 de septiembre de 1958

(Tu madre habría cumplido 61 años…)

 

Teresa, hija:

A la hora de comer llegó tu carta. Te contesto después de la siesta. Día nublado por primera vez. ¿Será el comienzo del otoño? En ese caso, al sauce le agita mucho el viento, tal vez me fuese antes a Florencia. Ya me han buscado —Elisa Aragone— una pensión: Pensione Croccini, Corso, Italia 28. Allí pienso trasladarme el viernes 3 de Octubre, y así habré pasado las tres semanas proyectadas.

Anoche fui a ver los Gurvich; se ha celebrado en la isla San Giorgio un Congreso de Filosofía. Los encontré por casualidad. Él goza de una Fulbright (no sé cómo se escribe ese nombre). Muy simpáticos. Pasé una hora y cuarto con Eugenio Montale como es su costumbre: en el Danieli: (Sale el sol y llueve. El sauce se reposa). Estuvo él, tan adusto en general —amabilísimo. Muy dentro de sí, poco propenso a la comunicación, pero quiere hasta recomendarme para un premio. ¡Chitón! Por otra parte, nada, ganas de hablar.

He visitado a la viuda de Fortuny hijo; un palacio con pintura mala y telas interesantes. (Señora francesa de ochenta años. Llena de vida). La madre de la señora Mariutti, viuda, la hija de Sánchez Rivero tiene 94 años. Pequeñita, pizpireta. Dio a luz a 12 hijos. ¿Qué más? Escuché el concierto dirigido por Stravinsky, pequeño, muy cargado de espaldas, muy calvo. ¡Hermoso concierto! He estado solo dos veces en el cine: películas sin importancia. Me paseo por Venecia, ¡no me pierdo! Díselo a Antó. ¿Qué más? Trabajo todos los días. Me encanta que me cuentes cosas precisas. “Al baile” dice Ana. ¡Cuéntamelo todo! ¿Y Bénichou? De Claudio no sé nada. No me reexpidas los impresos. José me ha reexpedido aquí bastantes. Pienso en vosotros, os quiero. Di a Anita que la voglio bene. Besos, abrazos.

Jorge.