19640902

 

Santiago, 2 de setiembre de 1964

 

Queridos todos:

Hoy es el cumpleaños de Claudie. Ayer habrá recibido un poema “El cuento de nunca acabar” —casi un “testamento”— que le dedico a él. (¿Se marchará Elfie ahora a Alemania?). Y vosotros, ¿qué día volaréis hacia América? ¿El día 9? De modo que ya estáis reunidos en casa. (Por cierto, número 13 —como 13 era el de la casa de la rue d’Alexandrie). ¿Es posible, Teresa, triunfante de todos los 13, que hayas inventado ya el home del Quai St Michel?

Me llegó tu carta de París, Teresa ¿a quiénes visteis, a quienes no visteis en Ampurias? La frase “cerca de los Maragall” es estupenda. Anita no me escribe hace mucho tiempo. Y tampoco Isabel, la very distinguished Miss Gilman. ¡Cuánto me alegraría saber de Antó! Le escribiré a Cambridge.

Vengamos a Santiago. Ahí tenéis algunas fotos. “Hoy me he visto, me he visto y no me gusto”, diríamos a lo Bécquer. Estoy demasiado grueso. Voy a tratar de adelgazar. Claro que en Florencia no podrán seguir las abundancias de Santiago. Ya sabéis cómo vivimos. En efecto Irene os explica mucho mejor que yo nuestro train de vie en sus cartas, muy superiores a las mías. (¿Y qué será su diario, ese chef d’ouvre secret?)*.

Vendimos, por fin, unas acciones mías. Nos ha llegado algún dinero —mi señor padre continúa ayudándome—, y vamos a realizar algunos gastos prácticos. En la mejor sastrería de Santiago están haciéndome un traje y un gabán**. Habrá otros gastos suntuarios. Hemos pedido ya nuestros “billetes combinados” Santiago-Valladolid-Florencia-Roma. Yo me sentía un poco fatigado y con ganas estabilidad: una estabilidad que se cuenta por semanas. Nos encontramos aquí muy bien. No iremos a Portugal. Por otra parte, era imposible no detenerse en Valladolid. A José, diligente, cariñoso, le estoy infligiendo mil molestias y trabajos con motivo del transporte de las 28 cajas y de las operaciones “financieras”. Nuestra correspondencia es ahora frecuente. Saldremos, pues, de aquí el 24 —¡de septiembre!—. En Valladolid tomaremos de nuevo el tren, vía Hendaya, a Florencia —dos o tres días— y Roma —mes de octubre. Ese es nuestro plan.

¿Qué más? Homenaje no deja de avanzar. He escrito la primera versión de la elegía —por fin— sobre Federico. Envié poemas a la Revista de Occidente. Hoy firmaré el contrato con Gredos para darles una Antología. Me lo pidió Dámaso —por segunda vez— en casa de Emilio.

Ayer vinieron a vernos los parientes de La Coruña. Distinguidos, acomodados, simpáticos. Ella, Justa, es guapetona, a lo Elfie. Somos nietos de dos hermanos: Laureano y Carmen Álvarez. He tenido carta de don Américo, interesante, cariñoso. Se me acaba el papel. ¡Buen viaje! ¡Que me escriban mis nietas!

Abrazos, besos,

Jorge

 

¿Y el correo de la rue Servandoni?

 

* (Ton père se moque de moi. Ma và!! Come si dice in italiano. Besos, abrazos, Irene)

** (Y zapatos, pijamas y golfino…: un trousseau, en fin).