19770903
Málaga, 3 de setiembre de 1977
Queridos:
Desde nuestra comunicación telefónica, Teresa, Irene y yo te hemos seguido continuamente con el pensamiento. Me alegré de que tuvieras buenas noticias de mi salud. Vino el Dr. Martínez González. Me encontró bien. Nos anunció que dentro de unos días iré al Hospital para que me hagan un recorrido de conjunto. Me siento mejor. El Doctor nuestro viene casi todos los días. Tal vez sean estos médicos más “estrictos” que Rafael. ¡Ninguna sal! Medicinas… Pero continúo recluido en casa —frente a esta vista de la costa malagueña, maravillosa.
A todo esto, ayer cumplió mi señor hijo sus cincuenta y tres años. Claudie y Elfie hicieron una excursión a Granada. Ayer comieron aquí. Charlamos mucho y bien. Procuró Irene que el “ágape” complaciese a los gourmets, como lo son nuestros invitados.
Yo sigo trabajando —poquito a poco. Creo que ya he dejado de ser noticia. En la sección satírica de un periódico salió una lista de los diez temas de la semana. Terminaba así:
- Hospitalización de Jorge Guillén.
- La barba del Rey.
(Ha tenido que afeitarse el Rey, porque la barba era una complicación respecto a los sellos y figuras públicas…).
¿Y vosotros? ¿Cómo estáis? Nos horrorizó la muerte de la hija de Roy. Yo escribí en seguida una carta a Roy. Me parece admirable su sentimiento de la amistad: que haya llamado a Steve y solicite su compañía. Nos imaginamos a Steve en La Jolla todavía. Claudie envió a Roy un telegrama.
¿Cómo se encuentra Miguel Gusils? Nuestros más afectuosos recuerdos.
¿Y nuestro don Raimundo? Decidle que pensamos en él, en ellos. Recuerdos a Joan.
Escribiré prontísimo a Anita. Nos encantó su carta, por supuesto. Celebro infinito que su estancia en Perugia se haya desenvuelto gratamente.
(Ved en el número de Mayo de la Revista de Occidente los poemas de Claude Esteban traducidos por mí. Yo no he visto ese número). Os queremos, os abrazamos.
Jorge