19800422

Málaga, 22 de abril de 1980

Víspera del Premio Cervantes

 

Queridos de Cambridge:

Os contaré brevemente nuestras últimas “aventuras”. Vino a esta casa el Presidente de la Diputación, con un grupo de subalternos, para regalarnos “Ciudad del Paraíso”; una edición magnífica del precioso poema de Aleixandre sobre Málaga. El poema está comentado por Manolo Alvar, allí presente. ¡Cómo trabaja este filólogo andariego! Y me pidieron que aceptase otra edición semejante de un poema mío. Alvar propuso a Blecua, crítico. ¡Perfecto! Él elegirá y comentará el poemita.

Ayer, Caffarena —mal de salud —nos preocupa su estado— me trajo (una visita de sus “lunes”), la preciosa edición de un poema muy logrado de Alfonso Canales: Visita. Visita a este servidor. Canales allí presente, el hombre más culto de esta zona mediterránea —a propósito de Borges, nos descubrió con entusiasmo otro narrador argentino. ¡Era Anderson Imbert, don Enrique! Borges-Anderson. Decídselo a él, y si no está ahí, a Margot.

Mañana no asistiré, claro, a la ceremonia de Alcalá. Invitado por el Ministro, se le contestó por teléfono. Hubo insistencia. Se respondió otra vez.

Quien no estará tampoco es Dámaso, que se ha ido al Perú, invitado, y sin Eulalia. (¡Dios mío, qué tentaciones, qué copitas!). Extraordinaria, la vitalidad de Dámaso. (¡Cinco años menos que yo tiene, a esta edad, la importancia de un abismo!).

A todo esto, nuestra salud… Irene sigue sometida a ciertos análisis de la medicina moderna, en el cerebro. Nada: ¡esplendor de la medicina! Porque la visión doble no es puramente un fenómeno ocular. Irene en este momento está en la peluquería. ¡Sagrado! Yo —¡el poeta más viejo de toda la historia de España!–— voy marchando bastante bien. Pero me canso cada vez más. Puedo seguir versificando. Pero actos sociales me cansarían excesivamente.

Está a punto de pasar por aquí Antó, y por muy poco tiempo. Todo en relación con las posibles excavaciones.

La visita más “interesante” fue la de Víctor Navarro, tan fiel amigo, su mujer, su hija, su yerno. Yo no sabía aquella historia (Claudie, sí, porque había hablado con Navarro). Y pensar que pudieron fusilarnos a tu madre, Teresa, y a mí como espías… ¡Aquella guerra civil! Lo malo es que “la España eterna” sigue coleando.

Para todos, abrazos. Y para mi hija…

Vuestro,

Jorge

 

Tu padre se olvidó, Teresa, de mencionar la visita más curiosa: la de Juan Goytisolo, que se presentó con su último libro entre las manos —como obsequio— (acababa de presentarlo en Málaga). Se podrá decir de él que es un autor de pesada lectura, corrosivo, confuso, indisponente [sic] a veces, pero como persona encantador: tan amable, sencillo, atento… Una conversación de casi una hora, agradabilísima. Y cuánto hablar de Sartre —de su última estupenda entrevista— sin saber que se estaba muriendo este mismo día!

Siento que las revistas —por mi culpa ordenadas como ladrillos, hace casi 20 años— te sean tanto trabajo. No te preocupes demasiado por la disposición de papeles y objetos en las cajas. Sólo el diario abandonado me gustaría recobrar en su momento (en junio, claro).

Los Texidor, que vendrán a esta casa pasado mañana, preparan su vuelo por los EE. Unidos con mucha ilusión. Te han escrito, creo.

El tiempo no se arregla. Siempre indeciso, como el resultado de mis pesadísimas investigaciones. La última, de ayer, me hizo sentir como pollo asado. La Scanner —la más reciente máquina de exploración del cerebro— tiene un aspecto macabro entre horno y tumba egipcia (abierta). Veremos si me encuentran algo. Espero y creo que no, como hasta ahora. ¿Pero qué me dirán después, quedándome como creo, con el mismo fenómeno de hace 3 meses (un día más, un día menos)? Misterio. Será cuestión de gafas, en definitiva… Con todo que el último neurólogo (uno nuevo) que me vio, me dijo que no, que absolutamente no se trata de ojos.

Me quedan todavía un par de exámenes más y luego se acabó. Por fin. Me encuentro bien y estoy harta de toda esta historia.

Hace dos minutos ha telefoneado Antó desde Nerja. Llegó con su asistente ayer por la noche, demasiado tarde. Nos veremos dentro de ocho o diez días.

Esperamos noticias de Anita. Qué maravilla el pisito de Claudio y cuánto nos alegra que se haya decidido.

He escrito a Elfie que nos envió un bonito póster.

Abrazos para los dos

Irene