19621209
Florencia, domingo 9 de diciembre de 1962
Queridos todos:
Hemos hecho una excursión a Artimino —hoy al mediodía con los Bettochi, invitados por ellos. A 24 kilómetros de aquí; “Villa Medicea”, colina, restorán excelente. Bettochi es una de las mejores personas que se encuentran por esas latitudes, además de un excelente poeta. Ayer tuvimos cena con motivo del Premio Citta de Firenze y me tocó estar sentado entre las dos poetisas premiadas. Para seguir con la literatura añadiré que el jueves voy a Roma para volver al día siguiente. Asistiré a la “presentatione” del Machado de Macrì, segunda edición aumentada, tomo imponente; y lo embarazoso es que hablaré en italiano. Por cierto, me he soltado de pronto en italiano con una desenvoltura que a mí mismo me sorprende. Y no tuve más remedio que aceptar la invitación de Nini Oreffice para hablar en Padova el 19 de este mes sobre Valery, al alimón, con Diego Valeri. Pero no todo es literatura. Me hicieron, Teresa, el análisis de sangre, con resultado satisfactorio. ¡Nada! Sigo con vitaminas y fricciones, bajo el cuidado atentísimo de Irene y me encuentro mucho mejor —hasta el punto de que Macrì y los amigos del café creían que me teñía el pelo… Pasó por aquí Scheiwiller y me ha pedido que reúna, para festejar mis 70 años, la “Suite italienne” que deseaba hace tiempo. Ya la he formado: 24 poesías. ¡Ah! Y acabo de recibir Las tentaciones de san Antonio, en bonita edición hecha en Santander. (Es una colección de libritos de Navidad). Una pregunta: ¿Llegó a casa para mí el segundo volumen del Homenaje a Dámaso Alonso? Lo reclamé. Me contestan que me lo mandaron. Aclárame este punto. Recibí una carta de Steve, lo que me encantó. Me acaban de llegar las separatas. Le escribiré. Y en cuanto a la carta de Anita, un delirio de felicidad. Leónides no me ha escrito. (Qué tontería).
Besos y abrazos, vuestro
Jorge.