19600522
Piazza S. Ignazio 170
Pensione Monini
Domingo, 22 de mayo de 1960
Queridos todos:
Mal informado por Renée, envié un telegrama a Irene, y en su consecuencia, no la encontré en la estación. ¡Roma! Suena la campana de la Iglesia de San Ignacio en este momento. La plaza es preciosa, y más, una tarde muy soleada y silenciosa —de domingo, con poca gente y pocos automóviles.
Esta mañana visitamos el interesantísimo Museo Etrusco. Procuraré ejercer con frecuencia mi deber de turista. Pero ya la vida ha vuelto a ser cotidiana. Y estoy repasando poemas antes de seguir adelante con más Clamor. (Por cierto, en la librería española de la rue de Seine se han vendido 2000 ejemplares de Maremágnum. ¡Estupendo!).
Otro dato literario. Ayer oímos por radio la lectura de tres poesías de Cántico, traducidas por Bigongiari. ¡No puedo quejarme de estos amigos italianos!
Irene me encarga que en su nombre os salude. Ha recibido tu carta, Teresa, y está conmovida, commossa. Y yo también. ¡Estos hijos! Irene me dice que de nadie le he hablado tanto, durante estos últimos meses, como de Anita, a quien se figura conocer. ¡Cuánto hablo de esa criatura! ¿Recibió mi cable?
A todos os recuerdo constantemente. Abrazos. Besos. Vuestro,
Jorge.