Saiz Cerreda, María del Pilar (2023) “7 de febrero de 1972”, en Cartas a Teresa <https://guillen.linhd.uned.es/24-de-julio-de-1924/>
La Jolla, lunes 7 de febrero de 1972
Teresa, hija:
Querido Steve también:
Ante todo, un saludo muy respetuoso al más joven de esta tribu, a Patrick, que será siempre Patrick, y no Patricio – como mi abuelo de Montealegre. ¿Cómo está Isabel? Tan rica, nos telefoneó una hora después del Acontecimiento. ¿Recibió Alan mi carta? (Extraordinario, que presenciase la llegada del niño.) Aquí, el Suceso – con mayúscula – ha sido la visita a Stanford. La jornada del jueves 3 de febrero fue la más fatigosa de toda su vida – dice Claudie. Conversaciones con alumnos, preguntas de los profesores – en acto público – sobre el libro de Guillén Junior – problemas y problemas – conferencia sobre Garcilaso en español, cena, recepción,… Y conversación con alguna autoridad. Todo, con gran consideración, como cuando se recibe a una “persona importante”. ¡Pues claro! Y la base era, es el libro que evidentemente coloca a su autor a gran altura. (¡Que se callen las larvas! Larvas en esta ocasión.) Claudie estaba, está satisfecho. Dice él: “El ofrecimiento es importante. Hay que pensarlo bien”. Ante todo, nada de cargos administrativos. ¡Que estudie, que trabaje, que publique! Cada tres años, uno en Europa: dos trimestres en Salamanca, el tercer trimestre en Florencia, o Viena, o Stuttgart, o Tours. (Todo pagado, incluso los viajes de los esposos.) Sueldo: no está fijado. Podría ir de 25000 a 27000. Pero afirma mi señor hijo: “Yo no puedo hablar de dinero…”¡! La impresión general de Elfie y de Claudie es excelente. Ahora se espera la carta – o las cartas – de Stanford, que serán presentadas a las autoridades de esta Jolla (San Diego).
Pues bien, a quien le toca opinar y resolver es a don Claudio. ¡Allá él!
Nuestra vida apacible continúa. Trabajo, lectura, visitas, etc, etc. Se nota que tomamos el sol. Irene inmóvil, yo paseando.
Haz el favor de enviar esta carta a Steve. Claudie te escribirá – supongo – cuando hayan llegado las cartas. Abrazos a la redonda. Un beso al jovencísimo Patrick. Vuestro,
Jorge
Una de las características de las cartas es el encuadre espacio-temporal, clave para poder situar al autor y, cuando se trata de un epistolario, poder seguir su trayectoria vital. En el caso de Jorge Guillén es fundamental, dada la gran cantidad de viajes que realizó en su vida y los distintos lugares en que residió. Esta carta en concreto, lo sitúa en La Jolla, San Diego (California, Estados Unidos), lugar en el que pasaba algunas temporadas mientras fue profesor en esa universidad su hijo Claudio, que es uno de los protagonistas de esta carta. Jorge había llegado de Puerto Rico, donde había sido profesor invitado en la Universidad de Río Piedras durante varios meses, y se quedó en La Jolla hasta abril.
Desde este lugar, escribe a su hija, y se dirige específicamente a ella, así como a Steve, marido de Teresa. Las fórmulas de saludo en una carta son muy importantes, no sólo como reveladoras de la identidad del destinatario, sino también porque en, función de la forma en que se realiza el saludo, se puede percibir el grado de afinidad con dicho destinatario y el tipo de relación entre ambos. Es muy habitual que Jorge escriba a la familia al completo, es decir, a Teresa, su marido y los hijos de ambos, dirigiéndose a ellos en un genérico “queridos todos”, pero no en esta ocasión. La particularidad de esta carta es que Jorge Guillén se dirige a su hija utilizando una entrada directa, con el nombre propio – “Teresa” – y el vínculo que los une en aposición al nombre – “hija” -. Es una forma, no sólo de poner de relieve su función como padre y resaltar el nexo familiar, sino también de romper la distancia geográfica y exorcizar la ausencia, tratando de hacerse presente por medio del cariño que quiere transmitir con la fuerza de una única palabra. Pero, además, se dirige también a Steve, marido de Teresa, por su nombre familiar y no por el oficial, Stephen, lo que demuestra, igualmente, la cercanía, el afecto y el cariño existente entre suegro y yerno. Al contrario de lo que ha hecho con su hija, para su yerno utiliza una fórmula más convencional, “Querido”, y añade el adverbio “también”. No le quiere dejar fuera de la carta y de los mensajes que transmite en ella, lo incluye en el núcleo familiar, nombrándolo explícitamente y haciéndole ver que forma parte de la familia, que es una parte importante y que no puede quedar fuera de la red que va tejiendo con las cartas. Stephen Gilman fue un prestigioso hispanista, profesor en la universidad de Princeton, unos años y después de Harvard, donde transcurrió la mayor parte de su vida profesional. Murió en 1986. Steve y Teresa estuvieron casados 43 años. Tuvieron tres hijos: Antonio (Antó, en las cartas), Isabel y Ana (Anita).
En esta carta cobran protagonismo dos personas: Patrick, biznieto de Jorge, y Claudie – como familiarmente le llamaban – su hijo Claudio; y son protagonistas por razones muy distintas, lo que da cuenta de la heterogeneidad propia de las cartas, en lo que a temática se refiere, y del desorden con el que se presentan los temas, que es una forma de mostrar la presunta espontaneidad de las cartas, a imitación de una conversación en presencia.
En primer lugar, se dirige al biznieto que acaba de nacer, Patrick y no Patricio, como bien recalca, para marcar la diferencia con el nombre de su abuelo. Patrick es el hijo mayor de Isabel, la nieta segunda de Jorge, casada con Alan Richards, que también tiene su espacio en esta carta. Jorge no puede sentirse más orgulloso porque, ante todo, ha vuelto a ser bisabuelo. La familia para él es lo primero y con la llegada de un nuevo miembro vive en una renovada plenitud vital. Es tan importante este hecho que lo singulariza, nombrándolo como un absoluto, a través del sintagma formado por el artículo determinado y el sustantivo, del que destaca la mayúscula de la primera letra: “el Acontecimiento”. Y, además, lo hace con cariño y con sentido del humor, puesto que se dirige a su biznieto recién nacido con gran ceremonia, como si se tratara de un personaje ilustre. Rápidamente, cambia el tono, para preguntar por la madre de la criatura, su nieta, y por el marido de ésta. Son dos preguntas sucesivas, con las que muestra su impaciencia por tener una información más precisa; unas preguntas que le devuelven a la realidad de la enunciación epistolar, en ausencia. Por eso urge con estas preguntas a su destinataria principal a la redacción de una nueva carta en el lapso más corto posible de tiempo.
Tras centrarse en este hecho de gran magnitud para toda la familia, pasa a ocuparse de otro tema, que, al igual que el anterior, singulariza y eleva a una categoría superior. En este caso, se trata de “el Suceso”, que afecta de lleno a su hijo Claudie y, por ende, al resto de la familia: su posible contratación como profesor en la Universidad de Stanford. En realidad, esto no se producirá, pues Claudio permanecerá en la universidad de San Diego, pero en el preciso momento en que Jorge escribe la carta, todo parecía apuntar en otra dirección. El proceso duró muchas semanas, en realidad, meses, y sabemos que finalmente decidió quedarse en La Jolla, en San Diego, como así se lo cuenta Jorge a su hija en la carta que le escribe el 9 de abril.
Claudio se formó con grandes profesores como Amado Alonso, Harry Levin, Renato Poggioli, Joaquín Casalduero, Américo Castro, Pedro Salinas y otros tantos. Obtuvo su doctorado en Literatura Comparada en la Universidad de Harvard y después se marchó a la Universidad de Princeton como profesor. Unos años más tarde fue a la Universidad de California y de allí, a Harvard. Posteriormente pasó a la Universidad Autónoma de Barcelona, donde se jubiló. En 1971 había publicado un libro, que es al que se hace referencia en esta carta: Literature as System. Essays toward the Theory of Literary History.
Jorge se convierte en el canalizador y transmisor de las noticias, ya que las conoce de primera mano al vivir con su hijo. Quiere anticiparse a éste, para que su hija y su yerno estén al corriente de todo, teniendo en cuenta, además, que Steve es profesor universitario y entiende perfectamente lo arduo y complicado que puede resultar un proceso de este tipo. Lo que resalta del relato de Jorge, junto con la información privilegiada, es la forma en que lo cuenta, de gran viveza. Las frases se suceden a un gran ritmo narrativo, en el que se insertan las palabras literales de Claudio, reportadas por su padre, junto con los comentarios, opiniones y consejos de éste. Los puntos suspensivos, los signos exclamativos, las enumeraciones, los paréntesis, las elipsis (en especial, de verbos), las frases cortas, etc., todo contribuye a la creación de un espacio y una dimensión dialogística, con la que atrae a sus corresponsales, minimizando los efectos de la distancia. En esta forma de contar, resalta asimismo el tono que Jorge da a su relato. Deja sentir en cada una de sus frases el orgullo de padre por los logros de su hijo, por los méritos que está consiguiendo. Toda esta narración se convierte en un elogio a su hijo y quiere compartirla con el resto de la familia. Es una manera más de mostrar el cariño hacia el hijo, precisamente a él que no era muy dado a escribir cartas, algo que molestaba profundamente a su padre. De hecho, le llegará a llamar “Claudie el silencioso”, por sus ausencias epistolares. A todo ello hay que unir el toque de humor, un humor muy guilleniano, que impregna la escritura de las cartas y que se refleja en las expresiones con las que se refiere al hijo: don Claudio, “persona importante” o Guillén Junior. En esta última fórmula se añade un matiz y es que se pone más de relieve el vínculo familiar, que queda fuertemente reforzado.
Por último, Jorge no se olvida de aportar información que le concierne a él y a Irene Mochi-Sismondi, su segunda esposa; eso sí, breve y esquemáticamente, como si de un telegrama se tratara, haciendo referencia a aspectos rutinarios de la vida. Así, deja en primer plano el objeto principal de esta carta: su biznieto y su hijo, quedando él en una posición secundaria.
La carta termina con unas despedidas muy típicas de su correspondencia, en las que se intensifica el cariño y se refuerza la unión familiar, ya que es el momento en que la separación y la distancia se vuelven a hacer presentes, eso sí, sin olvidar el fino humor con “abrazos a la redonda”. El sentido de ser y pertenecer a una familia se hace palpable en el posesivo final antes de la firma, queriendo recalcar, hasta de una forma gráfica que la familia, su familia, es lo más importante para él.