Para citar este artículo:
Mora-Fandos, José Manuel (2023) “Hoy ha llegado la carta de Steve, 24/07/1950”, en Cartas a Teresa <https://guillen.linhd.uned.es/24-de-julio-de-1924/>
Middlebury, martes 24 de julio de 1950
Queridos hijos:
Hoy ha llegado la carta de Steve, y antes tuvimos aquí la de Teresa. Siento que Castilla no sea tan “gentil” como quisiéramos; siento que Antó no se encuentre del todo a gusto. Es verdad: ¡tanto viaje, tantas “experiences”! De modo que de Isabel es el Imperio. ¡Bien! El libro de Steve será estupendo. ¡Lo aseguro ya! Y a propósito: me decía Pedro esta mañana que Amado le había dicho lo que ya me había anunciado a mí. Dentro de unos días hablará Amado al Dean Buck, y le planteará en serio el problema, a saber: que Harvard necesita a Steve, el mejor hispanista etc, etc. (También quisiera llevar a Pedro a Yale: se lo decía a Pedro delante de mí, como si yo no existiera… ¡Las cosas, claras!).
Llegamos el jueves, 20. Viaje suavísimo, conducidos por Juan. Todo el mundo está archicariñoso con nosotros. He vivido hasta ayer en casa de Solita y Juan. Hoy estamos Claudie y yo en Hepburn. Asistimos a las comidas, horrendas. Todo el mundo habla de ese tema, el gastronómico. Hubo comida en casa de doña Gloria: viven en aquella fraternidad donde estuvimos nosotros al fin de un verano -¿el 41?- ¡Cuántos recuerdos de mamá por estas alturas! Pedro y yo somos las cabeceras de una mesa: las señoritas nos hacen fotos a los dos. María de Oñate está aquí, y otros muchos amigos. Anoche di mi conferencia. El público la escuchó muy bien: Claudie os contará. ¡Tengo tanta gente “adicta” aquí! A pedro le gustó mucho. Me escucharon hasta Guilloton y Coindreau. Ahora, a las cuatro, los veré en un té de la Escuela Francesa. Con Paquito he comenzado a trabajar sobre la carta de Federico. Quien está teniendo un éxito redondo es Blecua, persona encantadora. A Catherine, retirada, la veo en su casa, todos los días; Tana, la niña, es preciosa. Fuimos los de la Escuela a llevar flores a la tumba de Juanito; y allí recité la elegía, breve, pero sentida, a Juanito. Anoche comencé mencionándole. ¡Qué contenta habría estado anoche después de la conferencia, si mamá hubiese estado aquí! Lo esencial me falta en todas partes… A Claudie apenas le veo. (¡Solicitadísimo!) Pero siempre “trés unique”
Recuerdos, afectos a todos los Guillens y Lozanos. Adiós.
Estaremos aquí hasta este domingo.
Besos y abrazos de vuestro
Jorge
La carta lleva fecha del 24 de julio de 1950. Guillén escribe desde Hepburn Hall, residencia de estudiantes en Middlebury College, Vermont, EE.UU. Se ha desplazado con su hijo Claudie para dar una conferencia en la Escuela Española: programa de la universidad para fomentar el aprendizaje y difusión de la lengua y cultura españolas. Teresa, junto con su marido Stephen —Steve— Gilman, y sus dos hijos Antó e Isabel, se encuentran en España, concretamente en Valladolid visitando a la familia Guillén, dentro del periodo de la estancia sabática de Gilman en Europa. El matrimonio Juan Marichal —profesor de Estudios Hispánicos en la Universidad de Harvard— y Solita Salinas —hija de Pedro Salinas— les han traído en coche desde Wellesley, Massachusetts.
Steve era en aquella época profesor en la Universidad de Ohio, y Amado Alonso, catedrático en Harvard, se afanaba por impulsar una plaza para él en esta última universidad. Como se aprecia en la carta, Guillén se sorprende con cierto enfado —pero acepta— del hecho de que Alonso promueva igualmente una posible plaza de Pedro Salinas en la Universidad de Yale, sin fomentar que el propio Guillén también fuera candidato, y que, además, lo manifieste delante de él. Guillén es profesor en la universidad femenina de Wellesley College, de rango académico sensiblemente inferior a Yale.
Guillén había entrado en contacto con Middlebury College en el curso 1938-1939, por mediación de Pedro Salinas: había sido su primer destino laboral, como Visiting Professor, en el exilio norteamericano. Este primer destino, pero sobre todo la Escuela Española de verano de este College, dejaría una profunda impronta en Guillén por constituir el encuentro con una de las manifestaciones más importantes del fenómeno académico y humano del hispanismo en Estados Unidos durante las décadas de los años 40 y 50. La Escuela Española era un lugar de referencia para los exiliados españoles hispanistas, y un evento anual que se celebraba durante los meses de julio y agosto. A ella se sumó Guillén en el verano de 1939, al terminar sus obligaciones como profesor en el Departamento de español de Middlebury. Desde estos primeros encuentros con el College, se iniciará una relación frecuente como conferenciante ocasional de la Escuela Española hasta finales de los años 50. La primera carta donde se menciona Middlebury en el epistolario a Teresa —comenzado en 1948 tras la muerte de Germaine Cahen— es de 1950, pues en el verano de 1948 una intervención quirúrgica por desprendimiento de retina le impidió acudir a la Escuela Española —lo que provocó su sustitución por Luis Cernuda—, y en el verano de 1949 se encontraba en España. Las referencias vuelven a aparecer en cartas de 1951, 1953, 1955, 1956 y 1957.
Como se comprueba, Guillén encontraba en la Escuela Española muchos amigos y personas interesadas, “adictas”, en conocer al autor de poemarios que ya eran de primera referencia en la poesía española contemporánea. Entre otros, y en primer lugar, Pedro Salinas, cuyo encuentro refiere en la carta, y que fue el primero de los exiliados en ser acogido por la Escuela Española el verano de 1937. Moriría el 4 de diciembre de 1951, un año y medio más tarde con respecto a la datación de esta carta, debido a un cáncer de espina dorsal, en Baltimore, pues era profesor en la Johns Hopkins University.
Doña Gloria refiere a Gloria Giner, que impartía docencia de español en los cursos de extensión universitaria de la Columbia University, New York, y era esposa de Fernando de Los Ríos —catedrático en la New School for Social Research, en New York, fallecido en 1949—. Prácticamente en todas las cartas que Guillén refiere a Teresa sus viajes a Nueva York, dará noticia de sus visitas a casa de Doña Gloria, frecuentemente invitado a comer, cenar o a una fiesta. La casa de Doña Gloria era un lugar preeminente de encuentro para los exiliados españoles, y Guillén la denominará en una carta de 1949 “¡gran casa española!” La hija de Gloria y Fernando, Laura de los Ríos Giner, era profesora de español en Barnard College, centro privado adscrito a la Columbia University, y esposa de Francisco García Lorca, referido en esta carta como Paquito. Los De los Rios-Giner-García Lorca frecuentaban con asiduidad la Escuela Española de Middlebury. Con Paquito mantendría Guillén un contacto especialmente estrecho, sobre todo el año 1952, debido a que el poeta preparaba un prólogo para las obras completas de Federico García Lorca, que aparecerían en 1954 publicadas por la editorial Aguilar. El prólogo llevaría el título de “Federico en persona”.
En la Escuela de verano se reencuentra con María de Oñate, profesora de español en Wellesley College; Vincent Guilloton, Director de la Escuela Francesa de Middlebury College, Presidente de la Federation of the Alliance Française for the United States y miembro electo de la Legión de Honor Francesa; y también con Maurice-Edgard Coindreau, crítico literario, traductor y profesor de francés en la universidad de Princeton. El encuentro con el filólogo José Manuel Blecua, había sido precedido por un recibimiento afectuoso, un par de meses antes, en New York, al llegar este desde España a dar unos cursos en Estados Unidos —entre ellos, uno en la Escuela Española—: Blecua era autor, junto con Ricardo Gullón, del libro La poesía de Jorge Guillén, publicado en 1949, un año antes de este encuentro.
Juanito refiere a Juan Centeno, profesor de lengua y cultura españolas en Middlebury y director de la Escuela Española desde 1931, y fallecido el 19 junio 1949 poco más de un año antes de la escritura de la presente carta. Guillén siempre había mostrado un gran afecto y agradecimiento a Centeno por haberle acogido en el Departamento de Español de Middlebury como su primer destino profesional en el exilio norteamericano. Catherine —de soltera Tripp— es la viuda de Centeno, y madre de la única hija de los dos, Tana.
Como se aprecia, Guillén se siente profundamente conmovido por el recuerdo de Centeno, al que une el de su propia esposa, Germaine Cahen, que le acompañó y con quien compartió todas aquellas vivencias propiciadas por la Escuela Española de Middlebury.